sábado, 7 de septiembre de 2013

El santurrón blasfemo impone su moral en la forma de matar - Pbro. Custodio Ballester Bielsa

El santurrón blasfemo impone su moral en la forma de matar
Pbro. Custodio Ballester Bielsa


No sé cuántos tomaron nota de las consignas del presidente Obama en su discurso con motivo del famoso "I have a dream" de Martin Luther King,  en el aniversario de la histórica Marcha sobre Washington del 28 de agosto de 1963; pero la ironía de la retórica de Obama fue una descarga de artillería pesada. 

En su discurso, Obama afirmó: "Gracias a los que fueron a la marcha, se aprobó la ley de derechos civiles. Gracias a los que fueron a la marcha se firmó la ley del aborto (¡oh paradoja!, los correligionarios de Luther King son antiabortistas). Gracias a ellos se abrieron las oportunidades para la educación de manera que por fin sus hijos imaginaron una vida que fuera más allá que la de limpiar la ropa de otros o sacar brillo a los zapatos de alguien. Gracias a los que fueron a la marcha, los ayuntamientos cambiaron. Cambiaron los congresistas y también cambió la Casa Blanca". 

Y Obama se autoproclama precisamente como la encarnación de ese cambio: Un hombre que abraza y fomenta cualquier manera de matar al no nacido inocente (y también, para redondear la hazaña, al que sale vivo del aborto) desafiando la lógica, la razón y la decencia. En su toma de posesión, puso su mano en una Biblia en la que no cree y juró por un Dios al que no conoce ni tampoco le interesa: es un santurrón blasfemo. Sus principios innegociables son éstos: matrimonio gay, aborto y eutanasia. Y matar como le convenga a quien le convenga: sea en Irak, sea en Siria. Él sí que condena a todos aquellos que se le oponen, sin que le importe que tengan buena voluntad y que busquen a Dios. Los que se le oponen son radicales intolerantes que deben desaparecer o callar. Jaleado por casi todos los lobbies del planeta, Obama se basta y se sobra a sí mismo. No necesita a Dios.

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