sábado, 25 de septiembre de 2004

Arte y Evangelización - Armando Ledesma


Arte y evangelización
P. Armando Ledesma
Párroco de la Catedral de Mar del Plata



“El Verbo se hizo carne” Jn 1,14
“Él es la imagen del Dios invisible” Col 1,15



Al comenzar a pensar la relación entre el arte y la evangelización uno tiende a buscar la conexión de ambas, como si tuviera que justificar un maridaje de conveniencia. Es tal vez a causa de una cabeza heredera de ciertos resabios …. Pero en el principio no fue así.

Basta una mirada rápida por la arqueología cristiana, en el arte funerarias, vemos que la obra artística es vehículo de comunicación de valores. Esta percepción se desborda al contemplar la gigantesca producción de los XX siglos del cristianismo. Con naturalidad se recurría, a los artistas (o ellos espontáneamente) para que plasmaran a través de la literatura, las artes visuales, la música, la fe vivida.

La validez de esta empresa tiene su fundamento en el mismo obrar de Dios, quien envió a su Hijo único al mundo, para que quien lo viera a Él viera al Padre, a Dios mismo. Pero también en la misma creación realizada por el Verbo, que nos deja vestigios de su creador. Tomando la creación como obra artística en sentido amplio. Pero también la misma Sagrada Escritura, que es estrictamente obra de arte, literatura, que tiene por autor a Dios mismo quien por medio de su Espíritu inspira al autor humano, realizando una maravillosa colaboración entre los dos autores el divino y el humano. La palabra y no sólo ella sino la palabra bella comunica, expresa y acerca a Dios. La palabra bella que en la plenitud de los tiempos se encarna, por eso el tiempo alcanza su plenitud, y El que era hasta ese momento audible se hace visible. “Él es la imagen del Dios invisible”.

La Iglesia tuvo que afrontar esta cuestión que se hizo crítica, sobre la validez de la representación de la divinidad y la resolvió justamente recurriendo al misterio de la encarnación del Verbo (Conc. II Nicea, del 787).

Estas representaciones tenían un doble objetivo, la gloria de Dios, en primer lugar, alabarlo, honrarlo y agradecerle y en segundo lugar hacer accesible al pueblo de Dios y a los hombres en general (recordemos en tiempo pasados, pocos sabían leer y tenían acceso a los libros) los contenidos de la fe a través de estas obras. Por lo tanto tenían un objetivo cultual y evangelizador catequético.

Gracias a esta maravillosa interacción tenemos un patrimonio artístico sublime. El Evangelio ha sido y debe ser, como afirma el santo Padre Juan Pablo II, fuente inagotable de inspiración. La obra artística es medio privilegiado para poner al hombre en contacto con Dios correspondiendo al estilo de obrar del mismo Dios que es el del misterio de la encarnación. El hombre es cautivado, tomado, como hombre, en sus potencias intelectiva y volitiva, en su afectividad y sensibilidad, para ponerlo en contacto con Dios mismo.



[Artículo escrito para el Programa de Mano del Multifestival de Arte "Casa de Asís" 2004 - Segunda Edición]



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