miércoles, 21 de julio de 2010

Alessio, asesor del juecismo en Diputados

Alessio, asesor del juecismo en Diputados


Información publicada hoy en “La Mañana de Córdoba” (http://www.lmcordoba.com.ar/). Impresionante darnos cuenta quien le soplo el libreto de la exposición en el Senado a Luis Juez, que realmente fue casi "una obra teatral" cercana al melodrama. 


El cura Nicolás Alessio confirmó que cobra como asesor del juecismo en el Congreso de la Nación. Disipó así todas las dudas acerca de sus vínculos partidarios y de su nueva vocación por la política de la mano de Luis Juez. Alessio ratificó al programa Día 8, por Canal C, que el desempleo no forma parte de sus preocupaciones. El arzobispo Carlos Ñáñez le prohibió dar misa pero él ya tiene un nuevo trabajo. Ni él ni los suyos deben preocuparse por la amarga sensación de desamparo que produce estar fuera del mercado laboral. Lo que no se pudo saber es cuándo trabaja, ya que su tarea pastoral le impide involucrarse directamente en la agenda legislativa de la Cámara baja nacional. Seguramente sobre ese punto podrá informarnos Susana Mazzarella, la diputada que lo incluyó en la nómina salarial. Por lo demás y sobre la idoneidad de Alessio en asuntos educativos, los padres cordobeses podrán quedarse tranquilos. Es un hombre de convicciones firmes y de profunda influencia sobre su entorno. Tanto que logró convencer a Juez de votar a favor lo que había dicho que votaría en contra.




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Convicciones flexibles
Horacio Lazcano


La misa oficiada el domingo pasado por el cura Nicolás Alessio fue presentada por algunos medios de prensa como un acto cismático, más próximo a las tesis de Lutero que al dogma de la Iglesia de Roma. La razón de tal revuelo no fue otra que la desobediencia a la sanción impuesta por monseñor Carlos Ñáñez a raíz de su explícito apoyo a la ley de matrimonio gay. Se suponía que el sacerdote no podía dar misa hasta nuevas instrucciones pero, dueño de una particular interpretación del Derecho Canónico, prefirió ignorar la penalización dispuesta por la máxima autoridad eclesiástica.

Los problemas de la Jerarquía Católica con Alessio no son nuevos. Hacia 2008 fue propuesto por el juecismo como defensor del Pueblo de Córdoba, una elección que -no sin escándalos- terminó favoreciendo al radical Mario Decara. Durante aquellas jornadas y aún después, el sacerdote nunca ocultó sus simpatías para con el líder del fin del choreo, ni la voluntad de hacer política a su lado. La pregunta es por qué se lo dejó llegar tan lejos, especialmente en temas tan sensibles como las actividades partidarias. Una posible respuesta es que, en este caso, los hombres de Dios decidieron emular a los políticos, tratando de “pilotear” el problema el mayor tiempo posible. Lamentablemente para ellos, el asunto terminó enredándolos en dificultades bastante más mundanas que las complejidades teológicas. Al final, la política se les coló a través de uno de sus vicarios.

Ciertamente, Alessio tiene todo el derecho del mundo de disentir con la posición de la Iglesia respecto del matrimonio homosexual o con cualquier otro pero debería hacerlo mediante los propios canales establecidos, sin generar la clase de escándalos como los verificados en los últimos días. Y si no está dispuesto a esperar por los cambios (o por la falta de ellos) dentro del sacerdocio al que ha adherido libremente, debería repensar su pertenencia al mismo. Cabe recordar que en las sociedades occidentales existe una clara separación entre la Iglesia y el mundo civil y que nadie está obligado a pertenecer a una religión determinada. Este es un asunto de conciencia, absolutamente ajeno a las acciones del Estado o de las obligaciones genéricas de un ciudadano. Esto significa que un sacerdote, un pastor, un imán o un rabino son adherentes voluntarios a un sistema de creencias, como lo son sus fieles. Al decidir formar parte de las mismas aceptan en libertad sus dogmas, liturgias y reglas internas dentro del carácter que organiza e informa a tales comunidades de fe.

En tal contexto, a nadie escapa que la Iglesia Católica tiene un sistema jerárquico heredado del Imperio Romano. Los integrantes del clero son los primeros que deberían saberlo. Por eso el cura Alessio, al desobedecer públicamente las instrucciones recibidas del arzobispo, no sólo produce una tensión estructural entre el sistema de comando existente dentro de su institución sino que traslada una discusión teológica, que se supone profunda, al terreno de la política secular. Desde el punto de vista comunicacional (en otro terreno no podríamos reflexionar con propiedad), es un verdadero quintacolumnista de la fe a la que decidió libremente abrazar.

Prueba de ello es la repercusión de su actitud en el sistema mediático. Su misa “rebelde” fue presentada como una epopeya, un acto revolucionario. Al ver ciertas crónicas, casi que podía sentirse la tensión entre la Iglesia "reaccionaria, jerárquica y opresiva" de Ratzinger con la Iglesia progresista, horizontal y librepensadora "encarnada" por Alessio. Todo un disparate. Pero el daño simbólico fue consumado. Primero, el hombre desoyó la tradicional posición católica sobre el matrimonio homosexual; luego, ignoró una orden de sus superiores; finalmente, adquirió fama nacional por su insubordinación.

Esta conducta lo asemeja mucho a Luis Juez. No en vano revista como empleado suyo en el Congreso Nacional, a modo de piadoso legitimador de sus piruetas discursivas. Como se sabe, el senador se oponía primero al asunto por “antinatural” (Ver en este mismo blog: La gran mentira del Senador Juez) para luego terminar votando la iniciativa a la par del kirchnerismo. Semejante contradicción requiere, como es obvio, de un adecuado asesoramiento espiritual que, con los antecedentes a la vista, sólo Alessio le puede brindar sin necesidad de penitencia alguna y con la adecuada flexibilidad doctrinaria. A tono con las convicciones de su jefe.






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