jueves, 29 de julio de 2010

Carta abierta de un ciudadano a los legisladores entrerrianos

Carta abierta de un ciudadano a los legisladores entrerrianos


Concordia (Entre Ríos), 28 Jul. 10 (AICA).- Que la oposición a la ley que reconoce la convivencia de personas del mismo sexo no es una postura exclusiva de la Iglesia, es sabido aún por los medios que insisten en lo contrario, y por los legisladores que, como el senador Pichetto, recurren a trasnochados ataques al cardenal Bergoglio y a la Iglesia, que asombran por su típico estilo masónico.

Un ciudadano entrerriano, el licenciado Emilio Soto Cura, acaba de enviar una carta abierta a los legisladores que representan a su provincia litoraleña en el Congreso Nacional, a los que increpa, respetuosamente, por haber votado a favor de aquella maladada ley desconociendo el mandato de los ciudadanos que los votaron. A continuación el texto de la carta.


Carta abierta a los señores legisladores de Entre Ríos

Diputados:
Raúl Barrandeguy (FpV-kirchnerista),
Jorge Chemes (radical),
Gustavo Cusinato (radical),
Lisandro Viale (socialista),
Hilma Re (Coalición Cívica-Elisa Carrió).

Senadores:
Guillermo Guastavino (FpV-kirchnerista)
y Blanca Osuna (FpV-kirchnerista).


Ustedes están sentados en la banca del Congreso de la Nación para regir los destinos de la Patria.

Respeto lo que cada uno de ustedes privadamente piense con respecto al denominado "matrimonio homosexual".

Respeto profundamente la opción que haya realizado cualquier persona respecto de cómo vivir su sexualidad.

Pero si no tenemos un marco referencial por encima de la capacidad de presión de cada grupo que componemos la República, ustedes no honrarán jamás el lugar que ocupan, porque no habrán sabido respetar la evidencia de la realidad de la naturaleza.

Seguramente conocen las expresiones atribuidas a los legisladores ingleses que transcribo seguidamente: "el parlamento inglés puede hacer cualquier cosa, lo único que no puede es hacer de un hombre una mujer". Los ingleses tienen sentido común; saben que hay cosas que no cambian por ley. Y cuando igualmente se insiste por ese camino, se produce violencia.

Saben perfectamente que el proyecto del denominado matrimonio homosexual que ustedes convirtieron en ley no es una cuestión religiosa, aunque algunos credos hayan asumido una postura más decidida y pública expresando su oposición a la propuesta. Ustedes saben también que muchos agnósticos, ateos y también homosexuales –como quedó documentado, por ejemplo en Córdoba ante la comisión de sus pares-, rechazaban el proyecto en cuestión ahora convertido en ley.

Ustedes saben perfectamente bien que esto tampoco es una cuestión de interés homogéneo de un sector, puesto que dentro de la comunidad homosexual, el interés sobre esta ley es solo de los minúsculos grupos activistas, que evidentemente han demostrado y utilizado su poder para hacer discutir al congreso de la nación sobre estas cuestiones que, si bien son importantes, ustedes también son concientes de que no son urgentes. Vean las informaciones y comprobarán que hay cuestiones sociales que se están cobrando vidas todos los días y que la marginalidad estructural de amplios sectores postergados los condena a ser los eternos ausentes en los debates parlamentarios que no abordan las verdaderas urgencias.

Un párrafo aparte merecería la evidente funcionalidad de esta ley del matrimonio homosexual con el plan Kisinger, absolutamente en línea para debilitar a los países de América Latina. Pero prefiero pensar que no lo conocen, lo cual de por si es gravísimo.

No me gusta hablar de números ante las verdades evidentes y de la naturaleza. Pero como ustedes no propusieron esto en sus plataformas electorales o declaración de principios, al pueblo no le ha quedado más que expresarse como lo hizo y lo seguirá haciendo.

Ustedes no deberían desconocer las 200 mil personas que manifestaron en Buenos Aires, las que manifestaron en Paraná, en Bahía Blanca, en Mendoza, en Córdoba, en Tucumán, por nombrar solo algunas provincias.

Tampoco deberían haber desconocido que oponerse al proyecto de “matrimonio homosexual” ahora convertido en ley por ustedes, no significaba ni significa oponerse a algún derecho humano, por lo tanto, como legisladores no estaban obligados bajo estos conceptos, tal como lo expresa el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que acaba de respaldar la decisión de Austria de negarse a casar a dos homosexuales. Además, la sentencia aclara que el Convenio Europeo de Derechos Humanos no obliga a los Estados firmantes (o sea, a los países miembros del Consejo de Europa) a reconocer el derecho al matrimonio gay.

Si esto no fuera así, más del 90% de los países de la tierra estarían violando los derechos humanos de los homosexuales. Más del 90% de los países no aceptan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

Ustedes sabían perfectamente que hay estudios científicos que avalan la no conveniencia de la aplicación de estas leyes y contaban con esa información que se les entregó oportunamente a cada uno de los senadores.

También saben -seamos sinceros, aunque sea una vez- que ustedes no darían ninguno de sus hijos en adopción a una pareja homosexual.

Y si no saben algunas de estas cosas que escribo con todo respeto pero con la convicción de la evidencia de que el limonero da limones, por honestidad intelectual, o solamente por honestidad, como ciudadano me hubiera gustado leyeran el documento que les remití oportunamente y que hubieran reflexionado con sabiduría en función de la salud de la nación, aunque ahora ya es tarde en este punto.

La mayoría de estos argumentos ustedes deberían conocerlos puesto que se encuentran desarrollados con esmerados detalles y seriamente fundamentados en el trabajo presentado a cada uno de los senadores por una universidad argentina.

Los altos porcentajes de argentinos que se manifiestan en contra, de acuerdo a encuestas de distintas consultoras y que trabajan para distintos sectores políticos, son muy claras.

Está bien que legislen protegiendo o teniendo en cuenta a las minorías -aunque en este caso hablamos de minúsculos grupos de activistas-, pero cometieron una grave injusticia contra las mayorías. Recuerden que todos los argentinos, gracias a la lucha del conjunto del pueblo, seguiremos votando.

A los pueblos no les agrada vivir bajo leyes injustas. Cuando el pueblo no puede cambiar las leyes porque son injustas, cambia a sus gobernantes.

Un párrafo especial merecen las señoras legisladoras, porque también saben, como lo expresó Graciela Medina, asesora de la Comunidad Homosexual, que el proyecto de ley de “matrimonio homosexual”, antes que ustedes lo convirtieran en ley, es discriminatorio de la mujer porque la deja en inferioridad de derechos con respecto a los homosexuales.

Los argentinos, y los entrerrianos en particular, observamos con atenta preocupación el apoyo expresado con su voto, por ustedes, nuestros legisladores, a la ahora ley de matrimonio homosexual.

Señores legisladores (Barrandeguy, Chemes, Cusinato, Viale, Hilma Re, Guastavino y Blanca Osuna): Teníamos la esperanza de que definieran esta cuestión teniendo en cuenta los supremos intereses del bien común y no los de un grupo de activistas con altísimo poder económico, insertos dentro de la comunidad homosexual, a la cual como argentinos y hermanos nuestros, debemos ayudar y acompañar, pero sin engañarlos.


Saludo a ustedes atentamente.


Emilio Soto



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